Dejar sin cortar el tallo dominante y podar las ramas basales del boj (Buxus sempervirens) ayuda a reducir el vigor de rebrote, contribuyendo a mantener sotobosques más abiertos y a reducir  el riesgo de incendio. Así lo afirma una investigación de investigadores e investigadoras de la Universitat de Lleida (UdL), el Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC) y la Oficina Técnica de Parques Naturales de la Diputación de Barcelona, que acaba de publicar la revista internacional European Journal of Monte Research.

El estudio, centrado en el tipo de gestión forestal para controlar el vigor de rebrote del boj, ha evaluado el efecto de seleccionar y mantener el tallo dominante en comparación con realizar una estassada cumplida. El estudio afirma que este tipo de gestión puede reducir el riesgo que un incendio pase a la copa del bosque, además de favorecer una mejora de la regeneración de los árboles, un mejor acceso para el uso pastoral y un mayor valor recreativo.

La investigación, realizada en bosques de pino negro de cuatro localidades catalanas, ha demostrado que este tipo de tratamiento inhibe la iniciación de los brotes y hace que el tallo seleccionado muy probablemente compita por los recursos subterráneos con los nuevos rebrotes, reduciendo el vigor.

Cuando predominan ciertas especies leñosas en el sotobosque, algunos mecanismos y funciones forestales como la regeneración y el crecimiento de los árboles se pueden ver perjudicados. Es por este motivo que se suelen gestionar mediante aclaradas o cremas prescritas. Aun así, algunas de estas especies, como el boj, suelen rebrotar con vigor después de la tala o la crema, el que limita los efectos temporales de la gestión y reduce su relación coste-beneficio.

Los sotobosques de los bosques templados, especialmente los de la región submediterránea, son particularmente ricos en arbustos y árboles pequeños y tienen un papel importante en los procesos y las funciones de los ecosistemas. No obstante, el predominio de ciertas especies de sotobosque leñoso puede tener un impacto negativo en funciones forestales como la regeneración y el crecimiento de los árboles y aumentar el riesgo de incendio.

El boj es un arbusto perenne de crecimiento lento a menudo dominando tanto en matorrales como en el sotobosque de los bosques templados de Europa occidental. A menudo forma un estrato denso al sotobosque que dificulta el crecimiento y la supervivencia otras plantas. Además, en los bosques de pino submediterráneos, atrapa las acícules que caen a principios de verano, el que aumenta la materia combustible seca, muy peligrosa en caso de incendio forestal.

Texto: Comunicación CTFC / Prensa UdL