Los humanos ya almacenaban comida hace 400.000 años

Según una investigación realizada a Israel donde participan investigadores de la UdL

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Incisiones transversales en huesos de gamos / Foto: R.Blasco (CENIEH)
Los humanos del Pleistoceno Mediano, hace unos 400.000 años, ya almacenaban comer para consumirlo con posterioridad. Así lo posa de relevo una investigación liderada por el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) dónde han participado los investigadores de la Universitat de Lleida (UdL) Daniel Villalba i Antoni Margalida (UdL y IREC-CSIC). Los resultados del estudio, realizado al yacimiento de Qesem Cavo (Israel), los acaba de publicar la revista internacional Science Advances.
 
Los investigadores del CENIEH, la UdL, la Universidad de Tel Aviv,  el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), la Universidad de Berna (Suiza) y el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (CSIC-UCLM) han analizado las marcas antropogénicas de los restos de fauna encontradas a la cueva de Qesem. Utilizando series experimentales que controlan el tiempo de exposición y los parámetros ambientales, combinados con análisis químicos, han evaluado la preservación de la médula ósea, que aportaba altos niveles de ácidos grasos a la dieta.
 

El objetivo de la investigación era averiguar si la extracción de médula estaba vinculada única y exclusivamente con su consumo inmediato; si el almacenamiento deliberado de determinados huesos para un consumo posterior podría dejar alguna señal reconocible en procesos de fosilización; y qué era el tiempo aproximado de conservación en condiciones óptimas.

 
En el estudio experimental han procesado 79 huesos de la zona distal de patas de ciervo (Cervus elaphus), con alto contenido medular, para compararlos después con los de gamo (Dama dama) encontrados a la cueva. Y los han sometido a tres escenarios ambientales diferentes: otoño, invierno y una simulación de las condiciones mediterráneas de Israel. También han introducido la variante de huesos "sin piel" para comparar químicamente si existían diferencias en la preservación nutricional.
 
Los investigadores han aislado marcas concretas ligadas a la extracción de piel seca y han podido  determinar un bajo índice de degradación de grasa medular hasta aproximadamente la sexta semana de exposición, momento en el cual la pérdida de nutrientes empieza su aceleración. La comparación de las marcas experimentales con las arqueológicas los ha permitido plantear la posibilidad de un procesamiento secundario y, por lo tanto, un posible consumo diferido de médula en el caso de estos osos de cèrvid.
 
Esto plantea unos comportamientos que exigen una cierta capacidad de planificación y previsión de los humanos que habitaban lo Próximo Oriente al Pleistoceno Mediano. "La acumulación deliberada de huesos implica una preocupación anticipada por las necesidades futuras, y una capacidad de desplazamiento temporal que supera el aquí y ahora como forma de subsistencia", aseguran los investigadores. "Esta es la primera evidencia de un comportamiento tan nuevo y puede abrir una nueva puerta sobre los modos de adaptación de los humanos al Paleolítico", añaden. 
 

 

MÁS INFORMACIÓN:

Artículo Bone marrow storage and delayed consumption at Middle Pleistocene Qesem Cavo, Israel (420 tono 200 ka)